She's like a rainbow
Coming colors in the air

viernes, 22 de octubre de 2010

Entrevista a la actriz en ascenso Eliana Manzo

·Lo esencial es invisible a los ojos·

Eliana Manzo protagoniza “La otra”, una obra teatral de Javier Daulte, dirigida por Lito Cruz. Atiende un consultorio de nutrición, entrena al seleccionado infantil de gimnasia artística y da clases en un gimnasio. Eliana Manzo no ve.
Mientras Alma, una perra golden entrenada para ser su lazarillo, la sigue a donde va, Eliana prepara unos mates. Con el tacto busca la bombilla entre los cubiertos, después se sienta. Para cebar se acerca tanto que parece que el agua le va a quemar la nariz. 
Cuando habla, su mirada no encuentra mis ojos, “Te veo la forma de la cabeza, pero no distingo ni nariz, ni boca, ni nada. Sos una sombra”, explica.

¿Cuál es tu nivel de visión?
Menos de un décimo. Décimas de visión comparado con lo que ve una persona normal. En criollo: no veo nada. Veo todo esfumado y se me mezclan los colores, de lejos directamente no distingo nada.
¿Cuál es exactamente el problema que tenés?
Tengo una atrofia bilateral en los dos nervios ópticos. No veo porque la imagen, que el ojo capta perfectamente, no llega al cerebro. El nervio óptico sería el cable que une el cerebro con el ojo, normalmente tiene forma de embudo y color rosadito. El mío es como una loma de burro y de color blanco. Blanco porque no le llega sangre y esa forma porque las sustancias que genera el organismo no son barridas por la sangre, y se depositaron y calcificaron ahi.
¿Perdiste algún trabajo por la vista?
Sí, varios. Antes de empezar con Lito, había quedado para el papel protagónico en una obra del teatro Arlequin. Cuando empecé a ensayar les tuve que decir que no veía nada. Sutilmente me echaron. También una vez hice un bolo en la novela “Don Juan y su bella dama”, y fingí todo el tiempo lo de la vista. Cuando lo dije no me llamaron más.
¿Te da miedo estar en un escenario, donde podes tropezar o chocarte con algo?
El miedo está en el otro, yo me mandé y lo hice. Lo que pasa es que necesité de una persona como Lito Cruz, que ya tenga todo hecho, que no pierda nada y que me diga: vos ponete acá. Y que se mueva de la manera que se esta moviendo.
¿Cuesta más trabajo dirigirte a vos que a alguien que ve?
No, porque el esfuerzo lo hago yo. Lito no adaptó la obra a mí, al contrario. Al momento de dirigirme, me dice las cosas, me trae imágenes a la cabeza, usa imágenes sensoriales.
¿Cómo llegaste al estudio de actuación de Lito Cruz?
Cuando me echaron de esa obra del teatro Alequín, Lito estaba justo haciendo una que se llamabaEn el país de Perbrumón” con chicos discapacitados. Mi mamá me dijo que lo llame, que seguro me iba a dar bola. Conseguí el teléfono, le explique mi situación y me invitó a estudiar con él completamente gratis.
¿Y la propuesta de protagonizar “La otra”?
María Dutil es compañera mía en el estudio. Ella quería poner en cartel una obra para ya empezar a laburar y Lito le propuso “La otra” de Javier Daulte. La idea de la puesta en escena es mostrar una técnica teatral. Y ya que querían hacer una coreografía entre los dos personajes, necesitaban a alguien que supiera de danza. Por eso María pensó en mi.
¿De qué trata?
Es la historia de dos hermanas que nunca tuvieron un hombre, no pueden hacerse querer y que tenían una fantasía: que el marido de la mayor iba a ser el amante de la menor. Y que al final lo iban a matar. Se habían creado a travéz de un juego una ilusión. La cuestión es que una agarra un tipo cualquiera y lo mata. En base a eso se desarrolla la historia.
¿El público responde?
No es una obra muy convocante, además de que es muy loca,  siempre para el teatro independiente es difícil. No tenemos mucho público, el teatro no da a la calle y es chiquito: parece un cajoncito todo negro. Ahora tenemos una función en San Pedro el 7 de noviembre, que nos compró todas las localidades el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación).
¿Cómo hacen para seguir adelante?
Intentamos difundirlo lo más que se pueda. El INADI, por ejemplo, nos compró 10 funciones, nos compra las localidades y nosotros tenemos que repartirlas entre algunas fundaciones.
¿Cómo surgió este apoyo del INADI?
Fuimos para que nos asesoren ya que el presidente, Claudio Morgado, es artista también. Yo no quería que mi problema fuera la venta de la obra. Corrés el riesgo de que te miren con lástima, o que cualquier cosita que te pase se la adjudiquen a la vista. Por ejemplo, en un momento me apoyo en un piano, si lo saben, creen que fue sin querer.
¿Entonces no dicen que no ves?
Morgado fue el que propuso decirlo al final. Hacemos un debate en donde participa el público, discutimos sobre la obra, sobre las mentes frágiles, cuando uno no puede asumir el mundo y juega para escapar, entonces los presentes cuentan a que jugaban, etc. Y recién al final se dice que yo no veo.
Lito Cruz, ¿Es un buen director?
Aparte de ser un amor de persona, como director es un genio. Cuando actúa conmigo para mostrarme o marcarme algo, ahí se nota lo que es tener un actor groso, porque me levanta y ya yo me meto en la escena, me la creo. Tener un actor así te lleva, hasta me olvido de que estamos actuando.
¿Por qué crees que está tan comprometido con esta obra?
Lo que él quiere es demostrarle a todo el mundo que yo puedo laburar igual, a mi me cuesta un huevo entrar en cualquier lado. Se esta moviendo muchísimo para que esta obra no quede en la nada, que yo pueda seguir laburando.  
Además de protagonizar “La otra”, ¿qué más haces?
Entreno al seleccionado infantil de gimnasia artística en el CeNARD. Chicas de 6 a 16 años. Yo estuve en el seleccionado de chica, pero tuve que dejar por la vista, porque se requiere mucha precisión. Ahora me ocupo de la parte de danza que aprenden. Además doy clases aeróbicas en un gimnasio, y sigo aprendiendo danza y teatro, no me puedo quedar atrás.
¿Cómo te manejas cuando vas sola por la calle?
Soy bastante inconciente, me muevo escuchando. Algunas calles ya las tengo de memoria, cuando voy acompañada me agarro del brazo como posición de casada. Cruzo escuchando, el oído es mi guía. ¡Lo peor son las bicis! ¡No hacen ruido!, siempre, pero siempre, me las como.
¿La gente te ayuda?
Les tengo que avisar, porque nadie se da cuenta: “¿Me paras el colectivo que no veo?, ¿Me ayudas a cruzar que no veo?”. Sí, por lo general son buena onda. Cuando voy con el bastón se me acercan solos.
¿No usas siempre el bastón?
No lo uso casi nunca. Primero, me quita velocidad, porque tenés que caminar al ritmo del bastón y yo ando siempre con muchas cosas en la mano: cartera, bolsa, bolsita y bolsón, el celular. Segundo, me parece muy chocante, por eso me estoy entrenando a la perra.
¿Con Alma te sentís más cómoda?
Me gusta, es otra cosa, no me parece tan chocante. Alma va con un arnés que tiene una manija. Gracias a que esa manija es rígida, mi muñeca se da cuenta si Alma sube o baja, o si dobla. Es un entrenamiento mío y de ella. Todavía le falta tiempo, ahora se asusta y sale corriendo, no puedo confiar cien por cien.
¿Naciste con una buena visión?
Nací con una visión normal, veía bien. En primer grado me hicieron unos anteojos que no tenían casi nada de aumento, yo no los usaba porque sentía que no me corregía. Era algo normal.
¿Cuándo supiste que tu problema es neurológico?
A los doce años masomenos. Cuando el oculista notó que cualquier lente que me ponía no corregía, más o menos aumento, para miopía o para astigmatismo, siempre veía mal. Él fue el primero que se dio cuenta de que es un problema del nervio óptico. Ahí me empecé a tratar en el FLENI (Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia).
¿Hiciste algún tratamiento?
No hay tratamiento. Me dijeron que solo me tenia que hacer resonancias todos los años para ver si esto avanzaba. El problema es que no tengo diagnóstico. No hay casos como el mío en el mundo, no respondo a ningún procedimiento. Mi neuro oftalmólogo lleva mi caso a los congresos mundiales, pero por ahora no hay nada.
¿Perdiste la vista progresivamente?
Tuve tres grandes crisis después de que se dieron cuenta de que era un problema neuro oftalmológico: La primera fue a los 15 cuando noté que no veía más de lejos. Ya no leía las gráficas de las propagandas de la calle, en el colegio una compañera me dictaba porque no veía el pizarrón.
¿Cómo fue la segunda crisis?
Fue a los 17 años, me levanté un día y de un ojo no veía casi nada. Me lavaba porque me parecía que lo tenía sucio, veía como con una neblina. En el FLENI, me explicaron que se me había edematizado la retina: el nervio óptico se llenó de agua, desbordó y toda esa agua quedó en la retina.
¿Qué hicieron para sacar el agua?
Al toque me tenían que haber puesto corticoides, podría haber recuperado algo de vista. Ochoa, el médico del FLENI, no me las quería recetar. Para cuando al fin me empezaron a tratar, ya había pasado como un mes de mi crisis. Con ese procedimiento de ese ojo me quedó solamente un remanente temporal, que es lo último que pierde el ojo de visión.
¿Y la última crisis?
Justo un año después me pasa lo mismo del otro ojo. Me hicieron de todo para llegar a un diagnóstico. Me medicaron contra cualquier cosa, contra todas las enfermedades, porque no se sabe que es específicamente lo que tengo. Tengo los síntomas pero no se sabe porqué ocurre, no hay diagnóstico.
¿Cuáles son esos síntomas?
El término científico es “Neuropatías ópticas recurrentes”.
Significa que se me mueren neuronas del nervio óptico, entonces está cada vez mas muerto. No se sabe porqué, pero esas neuronas se infartan, se mueren de repente.
¿Hay alguna investigación o posible tratamiento?
Están trabajando en la Nanoterapia, la implantación de células madres. Células que se reproducen, y que, para decirlo de alguna manera, construyen los órganos de nuevo. En un embarazo esas células van construyendo el cuerpo del bebé. Pero todavía están experimentando, yo creo que va a ser el gran salto de la medicina. Pero hay que esperar.


1 comentario:

  1. Muy extensa, lo se. Pero los 10 mil caracteres eran parte de la consigna.

    ResponderEliminar