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sábado, 23 de octubre de 2010

Ejercicio de redacción

La consigna: A partir de una noticia cualquiera escribir una crónica. Los datos que no están se pueden inventar, está permitido construir situaciones y lugares,  ya que la noticia es solo el disparador. 

La idea: ejercitar la escritura.

Noticia:  Publicada en Clarín.com el 23/08/10, sección policiales. 

Veredicto para un hombre que confesó el asesinato de su amante

El veredicto del juicio oral que se le sigue a Fernando Arrien, un visitador médico que confesó que en 2005 mató de tres balazos a Ana María Rossi, una nutricionista que había sido su pareja, se conocerá hoy en los tribunales de La Plata.
El fallo del Tribunal Oral en lo Criminal 5, se dará a conocer a partir de las 13. Según la investigación, el imputado, de 51 años, atacó a la víctima, de 36, luego de que la mujer le dijera que pensaba recomponer la relación con su ex marido. Luego, Arrien abandonó a la víctima agonizante en un descampado de Villa Elisa, partido de La Plata, y la nutricionista murió seis meses después.
Durante los alegatos el fiscal Rubén Sarlo pidió prisión perpetua para el visitador médico por los delitos de “violación y homicidio calificado por alevosía y empleo de arma de fuego”. Los abogados de la familia de la víctima coincidieron con el pedido de la fiscalía.
En tanto, el abogado defensor rechazó el cargo de violación al cuestionar cómo se hizo la práctica médico-legal a la víctima, y tras plantear que el hombre padece rasgos psicopáticos pidió atenuantes para la pena de homicidio simple.
Al hablar ante los jueces, Arrien pidió perdón a la familia de la médica y a la suya. “Ante todo, pido perdón a la familia Rossi y a mi familia por todo esto, pero quiero que se me juzgue por lo que me hice cargo”, dijo en alusión a que reconoció haber disparado a la médica, pero no haberla violado.



Mi Crónica: (Cambié los nombres)
El visitador médico acusado de asesinar de tres tiros a su pareja espera hoy, en los tribunales de la ciudad de La Plata, la resolución de la justicia. Después de haber confesado su culpabilidad, pidió disculpas públicas a su familia y la de la víctima.
     Cinco años atrás, la noche del 3 de julio, Gustavo Pérez estaba solo en su departamento, se había bañado y perfumado, y preparaba una cena para dos. Su pareja, Celeste Mollo llegó una hora tarde.
     La familia de la víctima declaró durante el juicio que él tenía un comportamiento obsesivo con ella. Controlaba todos sus horarios y cuestionaba sus decisiones, como era machista, nunca le agradó que trabajara tanto. Celeste era médica nutricionista y además del Hospital, atendía pacientes particulares en su consultorio.
     Esa noche fría de julio comieron carne al horno, bebieron vino y a la hora del café, ella decidió finalmente decirle la verdad. Fue una charla corta, sin rodeos: que necesitaba arreglar su matrimonio, que los chicos precisaban a sus padres juntos, y que realmente sentía que amaba a su ex marido.
     El fiscal de la causa pidió prisión perpetua, la familia de Celeste y sus abogados estuvieron de acuerdo. El cargo por el cual piden dicha pena es de “violación y homicidio calificado por alevosía y empleo de arma de fuego”.
     No pudo soportarlo, con sus 51 años no concebía la idea de quedarse solo de nuevo. Sin escándalo, sin gritos y sin golpes, fue a su habitación y tomó su revolver 9 milímetros y lo cargó. Ella salió del baño, y cuando se estaba abrigando, lo vió apuntándola: le disparó tres veces.
     El defensor de Pérez pidió un atenuante por los rasgos psicópatas que manifestó su cliente, y considera que la pena debería ser por homicidio simple. A su vez, niega que se halla comprobado fehacientemente que hubiera habido una violación esa noche.
     Mientras ella sangraba inconciente, Gustavo se lavó las manos, se cepilló los dientes y se puso una campera. Después, levantó a Celeste, la bajó arrastrando dos pisos por las escaleras y la acomodó en el asiento trasero de su auto. El frío lo ponía nervioso, quería volver y descansar junto a la estufa.
      La ciudad quedó atrás, ahora algunas casas con las luces encendidas se sucedían al paisaje vacío y oscuro del campo. El frío le endurecía las manos. Se detuvo frente a un descampado. Allí dejó a su ex pareja en el pasto y retomó el camino a su casa. Encontraron a Celeste al amanecer y la trasladaron al hospital, había perdido mucha sangre y la operaron varias veces. Murió seis meses después.
Pérez declaró frente a una sala llena y en silencio por primera vez hace un mes. Esa mañana, con la voz quebrada y la mirada fija en un punto de la pared, finalmente confesó: “Sí, le disparé”.

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