She's like a rainbow
Coming colors in the air

jueves, 28 de octubre de 2010

Pingüinitos origami.

Un comentario pequeño y rápido antes de dormir.

Poco importa que no sea peronista, ni kichnerista, ni nada. Hoy me paré en la Plaza de Mayo y me sentí parte de esas miles de personas que lloraban a Néstor. Los cantos, las caras, las lágrimas, los gritos. La cola de la gente que esperaba para entrar a la casa rosada y estar cinco segundos con Cristina frente al cajón, iba desde la Plaza hasta la 9 de julio, doblaba y volvía por Rivadavia. Masomenos recorría unas veinte cuadras.
Rosas y banderas. En el suelo, en el medio de la Plaza, entre la gente, había muchos pingüinitos origami hechos con  papel de diario. Carteles escritos a mano. Mucho dolor.
 Cristina aparece en la pantalla gigante que instalaron en la Plaza, para firme, conmueve. Tiene unos anteojos negros que no dejan ver sus ojos, pero llora. Acaricia con delicadeza el ataúd. Saluda a algunas personas, se toca el corazón, agradece y se vuelve a ir… Viaja por unos minutos hacia otro mundo, otra vida, pero después tiene que regresar a ser presidenta, y despedir a su marido y compañero.
Está ahí parada, con sus hijos, saludando a distintos presidentes, funcionarios, artistas: sombras. Yo no podría. Esta mina tiene una fuerza que inspira respeto. La veo y me emociona. No como política, ni como militante, la admiro porque es una gran mujer.
No doy más. Fué un día intenso y largo, les agradezco a Lola Y a Sofía por hacerme feliz con una sonrisita y esos dientes separados. Y es que la búsqueda de un chupetín puede ser un asunto muy serio.

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